DIECIOCHO 34.2 (Fall 2011) 387 RESEÑAS Ignacio de Luzán. Obras raras y desconocidas IV. Memorias literarias de París. Epístola dedicatoria de “La razón contra la moda.” Edición, estudio preliminar y notas de Guillermo Carnero. Zaragoza: Prensas Universitarias de Zaragoza, 2009. Jesús Pérez Magallón McGill University Hace ya casi veinte años que Guillermo Carnero inició la recuperación de lo que dio en titular Obras raras y desconocidas de Ignacio de Luzán, a no dudar uno de los intelectuales reformistas más destacados de la primera mitad del siglo XVIII. El primer volumen (Zaragoza: Institución Fernando el Católico, 1990) incluyó la Traducción de los Epigramas latinos de C. Weigel, la Carta latina de Ignacio Philalethes, el Plan para una Academia de Ciencias y Artes, el Informe sobre Casas de Moneda y el Informe sobre las Cartas de Van Hoey; el segundo volumen, publicado en 2003 en el mismo lugar e institución, dio a la luz el Discurso apologético de Don Íñigo de Lanuza; el tercero cambió de sello y fue impreso en 2007 en Zaragoza por las Prensas Universitarias de Zaragoza, incluyendo lo que el editor—con la colaboración de Joaquín Álvarez Barrientos, Giovanni Battista de Cesare, Álvaro Soler del Campo y Margarita Vallejo Girvés— agrupó bajo las rúbricas “Luzán y las Academias” y “Obra historiográfica, lingüística y varia.” Ahora nos ofrece Guillermo Carnero una muy cuidada edición de las Memorias literarias de París, acompañadas de la “Epístola dedicatoria de La razón contra la moda,” comedia de Pierre-Claude Nivelle de La Chaussée. Como no es nuestra misión comentar el texto de Luzán, detengámonos por un momento en el “Estudio preliminar” que antecede ese texto y los preliminares que lo acompañaron. En ese estudio Guillermo Carnero pasa una revista concentrada y minuciosa sobre la estancia de Luzán en París y sobre el sentido que la misma pudo tener en la vida del intelectual aragonés. Señala Carnero que la muerte de Felipe V y el ascenso al poder del ministro José de Carvajal y Lancaster abrió perspectivas halagüeñas a las esperanzas cortesanas de Luzán. Habiendo sido nombrado embajador extraordinario en París el duque de Huéscar (futuro de Alba), Fernando de Silva Álvarez de Toledo, en febrero de 1746, Luzán recibiría el puesto de secretario del embajador en marzo de 1747. Pero, como constata y documenta Carnero, “Luzán carecía de aptitud para la política” (XIII), por lo que Huéscar trató de “sustituir a Luzán, negligente y olvidadizo en el manejo de la documentación que se le encomendaba” (XIV), hasta el punto de que el 388 Reseñas embajador le pide a Carvajal que lo libere de Luzán. En consecuencia, Carnero supone que un hombre inteligente como Luzán es difícil que no se hubiera dado cuenta “de hasta qué punto había defraudado a Carvajal y revelado su incompetencia para la gestión política” (XV). La muerte del escritor, que antecedió la del ministro, le ahorró probablemente sinsabores imprevisibles. El resto del “Estudio introductorio” va haciendo calas en aspectos diversos de las Memorias literarias de París: la fecha de redacción del manuscrito luzanesco, el espíritu del texto, la educación tal y como la observa y representa Luzán, la modernidad científica en la que la química ocupa un lugar central, el teatro, la comedia sentimental—donde las Memorias se suman a la Epístola introductoria a la obra de Nivelle de La Chaussée—la novela, presencia ausente en las Memorias que Carnero achaca a un Luzán que “encaja en la ceguera crítica de los que ignoran la novela, son incapaces de comprender su significado y su actualidad al intentar considerarla una variedad del poema épico, o la desprecian como género populachero o inmoral” (XL), algunas otras ausencias—tertulias, salones, cafés literarios, bibliotecas privadas, teatro de los colegios, obras de estética y preceptiva poética, pintura y arquitectura, una “voluntad de ocultación de lo que pudiéramos considerar ideológicamente sospechoso o heterodoxo” (XLVI) y, por último, algunos errores. La obra que aquí reseñamos se caracteriza por una anotación amplia y generosa. Guillermo Carnero justifica su plan al afirmar que ante todo ha tratado de verificar las referencias de Luzán “para identificar las ambiguas, detectar las erróneas y justificar las correcciones” (LIV), que en alguna ocasión ha incorporado. Asimismo, ha tratado de “reconstruir las fuentes y lecturas de Luzán” (LIV) y, por último, ha querido poner ante el lector “la variedad y el detalle de la vida cultural del París de Luis XV . . . supliendo la sequedad, la sobriedad y la cortedad de la mirada de Luzán” (LIV). Y, como lectores, tenemos que agradecerle el esfuerzo y la rica y abundante información que sus notas nos aportan y que nos ayudan, sin la menor duda, a situar mucho mejor lo que cuenta y sobre lo que reflexiona Luzán. El editor menciona el “trabajo abrumador . . . la fatiga y la excesiva implicación personal” (LVI n47) en una edición como esta. El lector/la lectora solo puede expresar su admiración y alabar sin límites el trabajo bien hecho. DIECIOCHO 34.2 (Fall 2011) 389 ∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂ José Miguel Delgado Barrado, Quimeras de la Ilustración (17011808). Estudios en torno a proyectos de hacienda y comercio colonial. Castelló de la Plana: Publicacions de la Universitat Jaume I, 2009. Gabriel Paquette The Johns Hopkins University The seventeen essays collected in this volume, the vast majority of which have been published previously in edited volumes over the past two decades, shed light on a number of subjects of interest to students of the eighteenth-century Spanish Atlantic World. Taken collectively, Delgado Barrado’s essays suggest the need to re-evaluate the intellectual ferment, and reforming fervor, that marked Ferdinand VI’s reign and to recognize its importance as a hinge between the longer, better known, and usually more highly-esteemed reigns of Philip V and Charles III. The essays prod the reader toward the conclusion that the efflorescence of reforming initiatives of the Caroline period had a long, distinguished pedigree and that the sustained, fruitful interaction between high-ranking political administrators and political-economic writers was well-established in the first half of the eighteenth century. A third general insight which may be gleaned from the essays is the importance of American affairs, particularly commercial matters, for the political-economic writers whose contributions to the Spanish Enlightenment are only now being appreciated fully. The vast majority of the essays treat rather narrow themes and shy away from drawing larger conclusions, though Delgado Barrado, the author of pioneering monographs on José de Carvajal, ties together this unwieldy bundle of case studies in a useful introduction and conclusion. This defect aside, this reader is impressed by the originality and subtlety of the essays contained in Quimeras de la Ilustración, many of which fill in notable gaps in the historiography and, when taken together, offer suggestions about the shape, texture, and chronology of the Spanish Enlightenment. Delgado Barrado demonstrates that it is impossible, for example, to relegate Ferdinand VI’s reign to the periphery of discussions about enlightened reform. The essays are divided into four parts: general essays on the genesis and transmission of (political-economic) ideas in Spain; a series of case studies of proyectos concerning the Real Hacienda; a clutch of valuable essays on debates concerning privileged trading companies; and a final set of essays offer a fascinating insight into political economic ideas about ports (e.g. free ports, tariff structure, the flota). Given the range of the essays, it is possible only to discuss the most innovative in this review. The first essay that deserved to be highlighted is entitled “Ensenada versus Carvajal: Un Tópico a Debate”. Delgado Barrado 390 Reseñas leaves behind the tired discussion of whether or not the conflicts between these two leading ministers hindered the Bourbon reforms and whether or not Ensenada eclipsed Carvajal, preferring to suggest how many of Carvajal’s proyectos were later taken up during the reigns of Charles III and Charles IV. The second essay whose importance deserves mention is “Pensamiento Político y Reforma Fiscal. Reflexiones sobre el Catastro de Ensenada”. Though short, it makes a persuasive argument for competing influences at the origin of the famous Catastro, not only earlier reform initiatives from Philip V’s reign and the political economy of the arbitristas, but also the emulation of other European states (principally France, along with several Italian states). He makes a good argument for the heterogeneous origins of the Catrastro and the dangers of searching for a single “source”. The third essay whose merits must be mentioned is “De Fiscal a Escrito Político. El Caso de Francisco Carrasco de la Torre, Marqués de la Corona, Fiscal del Consejo de Hacienda (1715-1791)”. Arguably the most interesting essay in the collection, it is a case study of a rarely-discussed, but absolutely crucial, figure (Carrasco), whose career and ideas reveal the tensions and paradoxes of the enlightenment in Spain, as well as the pitfalls of deploying the concept of “enlightened absolutism” in a Spanish context. A close associate of Esquilache, a staunch regalist, he also was a whistle-blower of government corruption and unrepentant critic of the venality of his colleagues. His denunciations, predictably, damaged his career. In some ways (i.e. his career trajectory, reforming sensibility, and regalism), he is the “pequeño ilustrado” par excellence. Yet, as Delgado Barrado points out, he was opposed to many of the initiatives that contemporary scholars consider to be emblematic of the Ilustración, including the Nuevas Poblaciones, new fábricas reales, and scientific-military expeditions to America. The fourth, and final, essay whose importance should be underscored is the previously unpublished “La Era de las Compañias Privilegiadas en la España del Siglo Ilustrado”. It offers a synthetic, nuanced overview of the political thought as well as policy concerning privileged trading companies before 1765, suggesting the diversity of opinions concerning the utility of such companies, even among the ranks of their proponents. While mainly a collection of previously published essays, it is useful to have all of them in one place. Delgado Barrado’s book offers useful insights for reconceptualizing the chronology and intellectual origins the Bourbon reforms. DIECIOCHO 34.2 (Fall 2011) 391 ∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂ Ann L. MacKenzie and Jeremy Robbins, eds. Bulletin of Spanish Studies. Hesitancy and Experimentation in Enlightenment Spain and Spanish America. Studies on Culture and Theater in M emory of I.L. M cClelland 86.7-8 (November-December 2009). Ana Hontanilla University of North Carolina, Greensboro En 2009, la Universidad de Glasgow en Inglaterra celebró el centenario del nacimiento de la hispanista Ivy McClelland con la publicación del volumen 86.7-8 de Bulletin of Spanish Studies. Este número se compone de tres partes además de incluir un índice de términos. En la primera sección, Ann McKenzie y Ceri Byrne celebran la memoria de Ivy McClelland, que dedicó sus más de setenta años de vida académica a la investigación y la enseñanza de la literatura y cultura hispana. El merecido tributo a McClelland destaca la decisiva influencia en su vida y obra de educadores como Edgar Allison Peers y el trabajo pionero de esta académica. En una época en que la mujer todavía no había consolidado su presencia en las aulas, Ivy McClelland era digna candidata del apoyo y el respecto de profesores y colegas. Nueve poemas inéditos titulados “Rimas sin sentido” (“Nonsense Rhymes”) y catorce páginas de bibliografía dan testimonio de la sensibilidad humana e intelectual de esta hispanista de nombre internacional. Dos ensayos inéditos de McClelland inician la segunda y tercera parte de este volumen, seguidos por contribuciones de investigadores asociados a su memoria y herederos de su generosidad. Además de su nota introductoria, Ann MacKenzie edita dos de los ensayos encontrados entre los papeles de McClelland tras su muerte en 2006, “ ‘Impugnador de preocupaciones.’ El Correo de los ciegos de Madrid 1787 and Public Opinion in Spain on the Eve of European Revolution” y “A Propaganda Play of 1808: F. Enciso Castrillón’s La defensa de Valencia y castigo de traidores.” El artículo sobre El Correo de los ciegos de Madrid encabeza la segunda parte dedicada a estudios culturales. La autora destaca cómo la reflexión crítica del ensayista español del dieciocho sirve para señalar las preocupantes discrepancias que percibe entre una realidad llena de contradicciones y el ideal racional ilustrado. Al analizar la contribución de El Correo de los ciegos a la formación de espacios de opinión, McClelland participa con fino entendimiento en el debate actual sobre la mentalidad y los valores que estructuran la critica social del dieciocho español. Fernando Huerta Viñas edita “The London Merchant y sus relaciones con la experimentación dramática en la España del siglo XVIII.” Este ensayo encabeza la tercera sección del volumen, la cual se integra de otras seis contribuciones dedicadas al teatro. En 1970, McClelland ya había estudiado las conexiones entre los dramas franceses y españoles en Spanish Drama of 392 Reseñas Pathos 1750-1808. “The London Merchant” examina la recepción del dramaturgo inglés George Lillo en el teatro español, teniendo en cuenta que su huella pasa primero por el filtro de la dramaturgia Francesa. McClelland reivindica a autores como Comella, Valladares y Zavala por su habilidad para discernir, transformar y divulgar en España temas, gustos y tradiciones relevantes en la Europa de fin de siglo. El segundo ensayo editado por MacKenzie “A Propaganda Play” cierra la tercera sección y el volumen con un elogio a la fecunda receptividad de los escritores dramáticos españoles. El análisis de La defensa de Valencia muestra cómo la asimilación de las influencias extranjeras en la dramaturgia española promueve, además del entusiasmo patriótico durante la Guerra de Independencia, una ruptura con la tradición y la censura. Aunque, por la general, la crítica considera que la literatura de guerra y propaganda política no produjo creaciones artísticas de valor, la profesora McClelland enfatiza que la relevancia de estas obras reside en su habilidad para representar héroes y temas de forma menos anacrónica y más en conexión con la realidad del momento. El lector disfrutará igualmente de los estudios culturales incluidos en la segunda sección. El ensayo de Ciara O’Hagan sobre la poesía épica del dieciocho, el análisis del prisma ideológico con que Marcelino Menéndez Pelayo construye la figura de José Marchena escrito por Joaquín Alvarez Barrientos, los comentarios sobre la representación visual de la población negra en Trujillo (Perú) de Mariselle Meléndez, el examen de los textos de Eugenio de Espejo donde Ruth Hill encuentra las raíces de las revueltas de finales de siglo en Quito y la exploración de la posible autoría del “Retrato de una mujer joven con una rosa” de Nigel Glendinning traen a colación temas conectados al estudio de la cultura española y latinoamericana. La revisión de Donald Shaw del Pelayo de Quintana, los estudios de Rally-Ann Kitts y Philip Deacon sobre El sí de las niñas y el análisis de la representación de la Ilustración en el teatro del siglo XIX de David T. Gies completan la sección sobre el teatro español. Los trabajos póstumos de la profesora McClelland así como los ensayos incluidos en su memoria confeccionan un volumen original que merece un espacio de honor entre los estudios de la cultura y la literatura del siglo XVIII español e hispanoamericano. DIECIOCHO 34.2 (Fall 2011) 393 ∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂ Victoria López. El cepo y el torno: La reclusión femenina en el M adrid del siglo XV III. Madrid: Fundamentos, 2009. Rebecca Haidt The Ohio State University Discussions about “la ociosidad” were constant in Enlightenment circles during the second half of the eighteenth century in Madrid. Questions concerning productive work, the value of labor, the prevention of idleness, all entwined with the many meanings of "la ociosidad." Which persons ought to apply themselves to productive, useful work; and where might they find the work necessary to justify their presence in the villa y corte, and serve the public good? The responses given by a range of statesmen, administrators and bureaucrats targeted the impoverished majority of the court city's working population. Whether ociosos were the needy, the “vagrant,” immigrants, the poor; those who worked independently of guild-administered networks of training, hiring, contracting and production; or those who worked in contingent, seasonal, precarious occupations such as street vending, domestic service, hauling, etc., they constituted a labor pool whose man- and woman-power must be harnessed for the benefit of private and government-approved interests. “La alegada ‘ociosidad’ de las clases menesterosas es un artificio retórico de marcado sesgo ideológico en el discurso de los ilustrados,” notes López, “ya que eran esas clases las únicas que producían bienes y servicios tanto en el campo como en la ciudad” (11). Indeed, Campomanes himself admitted that “el trabajo del pueblo” fed the rentas and diezmos supporting the court city’s privileged bureaucrats, aristocrats, clergy, and prosperous gremio-linked merchants. López sets herself to exploring the ways in which state and municipal authorities colluded to codify and expand the scope of laws and institutional mechanisms by which the labor power of that very “pueblo” might be captured for ends deemed “productive” or “useful.” The result is a fine study, written with both a steely composure grounded in extensive archival research, and a deep compassion for the lives whose travails were a by-product of Enlightenment reforms targeting the (supposedly) widespread idleness of Madrid’s pueblo. The second half of the century saw an increase in poverty in the capital, and thus a stepped-up effort to criminalize “la ociosidad,” including newly aggressive measures permitting arbitrary removal from the streets, incarceration, and forced labor targeting marginal and impoverished populations in Madrid (24). El cepo y el torno argues that it is particularly important to examine the ways in which the incarceration and forced labor of women figured into these new policies, practices and programs. Not only does eighteenth-century Madrid provide 394 Reseñas an excellent case study of the fact that “las mujeres inauguran la carcel moderna,” notes Lopez (23); but the testimonials, information and petitions comprising the memorias de súplica submitted by the women forcibly incarcerated in the prison of the Galera and the reformatory of San Fernando prove invaluable sources of information about the lives and voices of poor madrileñas who, though a majority of the eighteenth-century pueblo, were so often silenced within official discourses. El cepo y el torno should be added to the must-read list for anyone interested in Madrid’s social history, particularly with regard to the labor, class, and gender issues conditioning the lives of the working poor, the “unsettled” (to borrow the concept formulated by Patricia Fumerton in her 2006 study Unsettled [Chicago]) whose labor turned the wheels of urban economies, and whose precarious lives fed municipal authorities’ and guild merchants’ shared, and increasingly insatiable, desire to use incarceration and forced work to meet demands for productivity and/or cheap labor. Through the study of case histories drawn from painstaking investigation in (among others) the Archivo Histórico Nacional, the Archivo Histórico de Protocolos Notariales de Madrid, and the Archivo General de Simancas, López illuminates the experiences of the impoverished, struggling women identified as miscreants or arrested during the course of levas de vagos. Some women were simply hungry and without family or support systems: for example, Francisca Velasco, the seamstress widow of a criado of the Convento de San Francisco, was seized one January night in 1783 for ociosidad as she huddled against the wall of the printing office of the Gaceta de Madrid; she pleaded for mercy on grounds that “se mantiene de coser” and that she had only been driven to begging by hunger: “no se ha desayunado” (85). Others were taken prisoner when suspected of inappropriate behavior. The seamstress Maria Manuela, arrested when authorities entered her room and accused her of prostitution, is representative of the plight of thousands of poor working women incarcerated during the second half of the century and put to work in the Galera and San Fernando. Claiming innocence, Manuela pleaded that the man with her at time of arrest was a client come to “recoger su ropa” (119); but (as López points out), despite full knowledge of the “duras condiciones de vida” that affected “la mayoría de la población trabajadora de la capital”— of whom great numbers were women who, like Manuela, worked for pennies in garment and textile trades--- authorities were little disposed to legitimate “prácticas de supervivencia y sociabilidad que a menudo se desvia[ba]n de las normas establecidas” (115). Numerous cases cited by López constitute moving evidence of the perverse extent to which authorities could take restrictive logics of gender and class, and their impact on both men and women. For example, in 1780, María Santos, a poor 60 year-old woman, had been imprisoned for several months on charges of beggary when her husband, a 54 year-old jornalero working as a “peón de DIECIOCHO 34.2 (Fall 2011) 395 albañil,” made one of repeated attempts to seek her release. The alcalde for the case, ignoring the husband’s pleas, commented that it made little sense to grant Santos’s freedom. Seeing as her husband’s employment was not secure (he works “cuando tiene en qué emplearse”) and that his earnings were insufficient, Santos (presaged the alcalde) would no doubt take to the streets and beg again (rather than staying within the home): “no podrá evitarse que ella, viéndose libre, continúe la mendicidad” (94-95). Indeed, poor working women like Santos were effectively in a catch-22 situation: if they did not seek work and remained at home (in accordance with authorities' advocacy of feminine domesticity), they would starve; and if they took to the streets to beg, they would be arrested (115). Thus, the title of López's Chapter 1, "Una corte envidiable," fairly drips with irony: after all, for the unsettled working women forced to choose among poverty, "pecado y delito" (115), life in the court city was anything but enviable. The book's first chapter provides a brief overview of Madrid's repressive underside during the age of Enlightenment. In particular, López traces the development of policies and institutions addressing poverty and unemployment, situating them in a wider context of social unrest incited by poverty, hunger and suffering among the working classes, and restrictive and punitive municipal and guild policies around labor. Chapter 2, "Los ilegalismos populares," sets the stage for the growth of a private-state collaboration in the use of workhouse imprisonment to serve the interests of both business (capital accumulation, cheaper production costs) and municipal administrations. One of Lopez's most important arguments is that the persons subject to policies of forced labor and business-targeted imprisonment should not be considered "marginal" in that, despite their poverty and dire circumstances, they were essential to the economic life of the city. The real problem underlying the rise in populations of reclusas during the second half of the century, argues López, is that women's "fuerza de trabajo e[ra] una mercancía demasiado devalorizada como para cubrir las necesidades básicas y de díficil salida en el mercado de trabajo de la capital" (73) Within the competitive, restrictive, highly policed marketplaces of the city, the labor capacity of a large chunk of the city's population was increasingly marginalized within the law, and channeled toward workhouse and prison productivity in the name of combating "la ociosidad". The third chapter takes the reader inside the walls of the reformatories and prisons, and examines "La vida en la reclusión." Reading closely into court records, López pulls out information that reveals the penalties and daily injustices visited upon incarcerated women. For example, those who incurred debts in prison were sometimes required to give up some or all of their clothing in lieu of payment upon release. In 1771, Tomás Anzano, director of the Hospicio de San Fernando, criticized the release of numerous poor detainees "sin camisa ni calzones.....[e] indecentísimos" 396 Reseñas (172), denouncing the creation of a vicious cycle in which ex-reclusas were returned to society even more likely to face arrest for indigence and indecency. In Chapter 4, "El repertorio de la resistencia," López surveys the connections between popular uprisings and collective strategies of survival both within prison walls and in the neighborhoods of the capital. López's historical study is valuable for scholars of eighteenth-century literature. After all, sainetes and tonadillas abound in depictions of the conflicts between authorities and populace around work and community survival strategies. But López wants the reader to think about the real women whose predicaments were symptomatic of larger economic problems: the fact is, "las reclusas de la Galera y de los hospicios de Corte y San Fernando no hallan en el encierro correccional ninguna oportunidad para salir de la pobreza mejorando su formación laboral" (179). Ultimately, argues López, one of the great contradictions of "el reformismo borbónico" lay in its conceptualization of "la policía de pobres" as a way of combating the twin ills, social and economic, implicated in "la ociosidad", even as authorities neglected to put in motion "los medios económicos necesarios" for the eradication of poverty and the facilitation of work (179). And without work, poor women like Francisca Velasco and María Santos would continue to take to the streets. Indeed, it is hard to finish López's study without thinking of later ideas for the policing of female populations, such as the combating of prostitution through "social hygiene", and the "ángel del hogar." It is a credit to López's handling of the material that her study of Madrid's eighteenth-century reclusas might suggest connections with nineteenth-century restrictions on women's public behavior, and stimulate further research into the eighteenth-century roots of Spanish modernity. ∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂ Félix María de Samaniego. Medicina fantástica del espíritu. Ed. Emilio Palacios Fernández. Madrid: Biblioteca Nueva, 2010. Dale J. Pratt Brigham Young University Félix María de Samaniego (1745–1801), famous for his collections of Fábulas en verso castellano para el uso del Real Seminario Bascongado (1781, 1784) and his polemics in print against Vicente García de la Huerta, Fray Diego González, and his former friend Tomás de Iriarte, actively participated in the Sociedad Bascongada de Amigos del País, organized by his uncle the Count of Peñaflorida. For Samaniego’s bicentennial, Emilio Palacios Fernández published the ilustrado’s complete works (Madrid: Fundación Castro, 2001), DIECIOCHO 34.2 (Fall 2011) 397 yet did not include Medicina fantástica del espíritu, a folleto poético published in Madrid in 1786 under the name of D. Damián de Cosme. The work had been attributed to Forner and García de la Huerta as well as to Samaniego, but in this edition’s lengthy introduction Palacios Fernández meticulously describes the scholarly sleuthing that led him in 2003 to include the text in the Biblioteca Virtual Cervantes with the rest of Samaniego’s works. In 2008, Jesús Fernando Cáseda Teresa published the text under the second part of its title, Espejo teórico-práctico en que se miran las enfermedades reinantes desde la niñez, hasta la decrepitud con recetas y aforismos, que suministra la Moral (Logroño: Instituto de Estudios Riojanos). In his introduction to Medicina fantástica del espíritu, Palacios Fernández savages Cáseda’s edition, claiming it was lifted verbatim from his own digitized work. He also repeatedly denigrates Cáseda’s study of Samaniego as amateurish. It is not this reviewer’s place to resolve this quarrel, and Cáseda’s edition has become difficult to find. However, despite the negative tone Palacios Fernández projects while discussing Cáseda’s (possibly pirated) edition, the rest of his critical introduction to Samaniego, his career and his poetry proves interesting, even entertaining. The dedication of Samaniego’s Medicina fantástica del espíritu to Saints Cosmas and Damian, patrons of physicians and pharmacists (whose relics happen to reside in Madrid), allows a satirical attack on the matasanos in general, and sets the tone for the dry humor of the prologue, written for “el vulgo muy ignorante” in “estilo agridulce / [con] el dulce predominante” (154-55). The title declares the work to be written “en metro joco-serio y prosa,” a bow to chapter XX of Ignacio de Luzán’s La Poética (1737). The author divides the text into three books treating illnesses of childhood, youth and old age (young adulthood or maturity is left out). Each chapter begins with an aphorism, followed by a poetic description of the illness, an additional aphorism related to the remedy, and the remedy in verse. Thus in book I, chapter 1 “Enfermedad: La mala crianza,” the first aphorism metaphorically introduces the topic: “Edificio mal fundado se arruina”; the first poem outlines the prospects of the child whose parents fail to correct his mistakes, and the unhappy results: “llega a ser grande, hace mil locuras: / sus padres lloran. ¡Oh, qué tarde ha sido! ” (163). The second aphorism, “La política más fina, y moral más acendrada, es la virtud” encapsulates the remedy, which counsels the parents to discipline the child, and affirms “La educación no más le hará dichoso / . . . . y llegando por fin a ser virtuoso, / será lo que hay que ser en este mundo” (164). With one exception, every chapter in the three books follows this structure. Interestingly, there is no remedy nor associated aphorism listed for “Enfermedad, que padecen los hijos, es la violencia de los padres para que se casen contra su gusto”—the chapter is incomplete in the original. The following chapter, which treats “la violencia de los padres para que [sus hijos] entren en religión,” affirms that its remedy (disobeying the parents) cures the previous malady as well. One of the most 398 Reseñas interesting chapters describes the maladies of the petimetres––“ser presumidos y afectados” (191)––and the treatment: “Sáqueles la razón del hospital de su locura, y pasen a la convalecencia del entendimiento, donde se restablezcan” (195). Palacios Fernández’s introduction, timeline, notes and twenty pages of bibiliography supplement his already extensive scholarship on Samaniego. However, there are a few oddities in this edition, perhaps symptoms of anxiety over the aforementioned Cáseda Teresa version. For instance, in the introduction Palacios Fernández explicates every malady in Samaniego’s text, an unnecessary step given the clarity of the poetry. The lengthy discussion of 19th-century admirers of Samaniego diverts attention at the end of the introduction from the actual primary text that follows. Strangely, Palacios Fernández unnecessarily glosses a great many vocabulary words, citing definitions from the Diccionario de Autoridades for terms like “eternidad,” “vicios,” “aforismos,” “mantillas,” “vituperar,” etc. While some semantic shifts have occurred over the years, most of these words, such as “mitra” and “terca,” hold precisely the same meanings as they did for Samaniego. These excesses, however, do not negate the value of this edition. Coupled with a few of Samaniego’s fables and perhaps a poem or two from his erotic El jardín de Venus, Medicina fantástica del espíritu would provide a good dose of the Basque ilustrado’s writings for, say, a seminar on 18th-century literature, and the scholarly apparatus will serve the specialist equally well. ∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂ Guy Mercadier. Diego de Torres V illarroel. M áscaras y espejos. Salamanca: Edifsa, 2010. Emilio Martínez Mata Universidad de Oviedo La serie “Estudios” de la loable “Biblioteca de Torres” no podía iniciarse de mejor manera al publicar la traducción española de Masques et miroirs, de Guy Mercadier, la monografía de mayor relieve sobre Torres Villarroel. En su forma inicial, había sido presentada por su autor en 1976 como tesis doctoral. Publicada primeramente en reproducción mimeográfica, con una difusión muy restringida, Editions Hispaniques la había editado en 1981 (sin el corpus autobiográfico ni el repertorio de obras de Torres, publicados por la Cátedra Feijoo de Oviedo). Gracias a la abnegada tarea del editor y director de la colección, Manuel María Pérez DIECIOCHO 34.2 (Fall 2011) 399 López, podemos leer ahora en español la monumental obra de Mercadier, sólido fundamento de los estudios posteriores sobre el escritor salmantino. Por fortuna, la tarea del editor ha ido bastante más allá de lo que cabía esperar. No solo ha incorporado, con buen criterio, el corpus autobiográfico, suprimido en 1981, sino que también ha revisado la traducción, puesto al día la bibliografía e incorporado notas actualizadoras. Los estudios sobre autobiografía no han hecho más que crecer desde la fecha de 1976, entonces en sus primeros pasos (Philippe Lejeune y Jean Starobinski eran casi las únicas referencias teóricas disponibles en aquel momento), pero el libro de Mercadier sigue siendo una obra maestra, una referencia ineludible para los amantes y estudiosos de Torres y, también, para los interesados en las distintas formas de la escritura autobiográfica. El estudio en sí consta de dos partes, con dos enfoques bien diferenciados, por un lado, el boceto biográfico (los espejos en los que se refleja el escurridizo yo de Torres) y, por otro, el desmenuzamiento de los caminos de la creación del yo (las máscaras utilizadas por Torres). Juan Marichal, Eugenio Suárez Galbán, Russell P. Sebold, Juan Luis Alborg, entre otros, habían analizado la Vida en lo que tiene de autobiografía moderna, diferenciada de la picaresca. Mercadier no se limitó a contrastar la Vida con la documentación disponible sobre su autor o, en su mayoría, la descubierta por él, sino que percibió que la autorreferencialidad impregnaba casi toda la obra de Torres y que, en consecuencia, era preciso examinar la Vida en el conjunto de sus textos autobiográficos. Prólogos, dedicatorias y almanaques se convierten en los escenarios preferidos por Torres para mostrarse a sus lectores. Hasta el punto de que, como sugiere Mercadier, la relación anual con un público que espera con impaciencia el almanaque haya reforzado el proyecto de escribir una autobiografía propiamente dicha, la Vida. Pese a la actualidad del constante escribirse de Torres, y pese a su actitud crítica con convenciones solidamente establecidas en su tiempo (la escolástica, la práctica de la justicia, la medicina...), no debemos caer en el error de considerarlo próximo a la Ilustración, ni siquiera como una especie de precursor en la península, porque su actitud y su punto de partida difieren en gran medida del de los reformistas. Su escepticismo no es el de los novatores, y su individualismo es de raíz barroca. Solo en la Carta del ermitaño, un texto que Mercadier no pudo conocer cuando redactaba Masques et miroirs, Torres transparenta una conciencia de encontrarse alineado con la reacción tradicionalista frente a las nuevas corrientes. Pero estaba ya demasiado comprometido (se había construido en seguida una figura pública) como para poder cambiar de bando. Es obvio que no tuvo la formación ni la información adecuada. En cambio, podríamos especular, como en un juego, con lo que hubiera ocurrido si hubiera tenido la experiencia de Meléndez Valdés (frecuentar en los años de estudiante en 400 Reseñas Salamanca a un Cadalso que le descubre a Montesquieu, Vattel y tantos otros). Reseñar la monumental obra de Guy Mercadier, maestro indiscutido de villarroelistas, constituye para mí una tarea con gran carga emocional, que me hace volver a mis primeros pasos como investigador. La lectura de la edición de Sebold de Visiones y visitas (y, más tarde, la de La barca de Aqueronte, editada por Mercadier) me llevó a proponer a mi maestro, José Miguel Caso González, a Diego de Torres Villarroel como tema de mi tesina y, después, de tesis doctoral, lo que provocó una feliz coincidencia porque, al poco, Caso fue invitado como parte del tribunal de la tesis de Mercadier. Esa circunstancia me permitió leer en la biblioteca de la Cátedra Feijoo en fecha muy temprana, antes de 1981, Masques et miroirs. Por fortuna, yo había elegido un tema, los sueños, bien diferente del enfoque autobiográfico, lo que me evitaba tener que abandonar mi investigación. Con todo, en mi rastreo de obras de Torres por bibliotecas españolas y extranjeras me resultaba inevitable la sensación de que Mercadier y yo –sin conocernos, sin el menor contacto– éramos compañeros de exploración, que compartíamos una misma tarea formando equipo. Han pasado unos cuantos años desde entonces, pero las páginas de Masques et miroirs sobre un escritor paradójico y escurridizo, anacrónico en sus predilecciones estilísticas e ideológicas, moderno en su actitud como escritor, siguen plenamente vigentes. ∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂ José Nicolás de Azara. Epistolario (1784-1804). Ed. María Dolores Gimeno Puyol. Madrid: Castalia, 2010. Clorinda Donato California State University, Long Beach This magnificent volume of José Nicolás de Azara’s epistolary activity 1784-1804 reflects the enduring, twenty-year apex of the diplomatic career of one of Spain’s most cosmopolitan ambassadors. Composed against the backdrop of Madrid, Paris, and Rome during one of the most dramatic twodecade spans of European history, Azara’s epistolary production documents the build-up of the French Revolution, the aftermath of the terror, and the rise of Napoleon Bonapart from an intercultural perspective. Yet the true value of this volume resides in its presentation of the Spaniard on the Enlightenment stage, fully engaging with the intellectual, ecclesiastical, and cultural power elite in late-Enlightenment Europe. Making this case through such an impressive quantity of letters was no DIECIOCHO 34.2 (Fall 2011) 401 small feat, for not only was the task of editing such a massive corpus onerous, the sheer patience and energy needed to track these letters in the archives and libraries of Madrid, Toledo, London, Paris, Parma and Bologna was equally arduous. Guided by the insight of a scholar who knows her subject intimately, this massive corpus is a testament to the value of such collections for establishing the parameters of eighteenth-century communication and Spain’s role therein. Thanks to the editor’s microscopic effort of collecting and presenting, the reader of these letters comes away with a macrocosmic view of Spanish eighteenth-century culture and diplomacy. The 737 letters comprising this volume are preceded by a scholarly biography that outlines Azara’s intellectual and political background, underscoring how pursuits of the pen and sword merged in Azara to forge the well-respected man of letters and political acumen that he would become for a wide circle of European notables. Insightful annotations for each letter included in a separate compendium can be read through as a document of erudition in their own right, greatly augmenting our understanding of the rich web of relations witnessed throughout the letters. Gimeno Puyol situates Azara among the lower nobility that acquired positions of importance in ecclesiastical, civic, and military life in Spain through education, forming an enlightened minority that worked with Carlos III to modernize ancien régime Spain. The correspondences demonstrate Azara’s fluency in the enlightened discourse uniting the Republic of Letters across Europe. This language of ideas established a bridge of access for Azara who would become a long-term resident first in Rome and later in Paris. Azara went to Rome for the first time in 1765 as Spanish agent (1765-1784) and later, minister plenipotentiary, (1784-1798). His 19-year role as the agent who handled petitions to the Church such as dispensations and papal bulls resulted in the exchange of large sums of money and an extensive network of associates. This widened sphere of contacts fills the pages of this volume, which collects Azara’s epistolary activity from the onset of his new role as minister plenipotentiary in 1784. Indeed, the letters written and received in this period chart a career on the rise. He exchanges missives with Aranda, ambassador to France, the secretaries of state, Floridablanca and Godoy, as well as his friend, Bernardo de Iriarte, his favorite nephew, Eusedio Bardajì, and his close Italian associate and editorial collaborator in Parma, Giambattista Bodoni. Correspondences with Tallyrand and Napoleon attest to his reach. Secure in tone, whether in French, Italian or Spanish, the letters of this period are punctuated by a Voltairian brio in their anti-Jesuitic stance, teeming with the names comprising his vast social network. These contacts resulted in an assiduous social and cultural life in Rome. Azara frequented the most important conversazioni (salons), where he was romantically linked with the Princess of Santacroce, whose presence in 402 Reseñas this volume is documented in some 40 letters. The eternal city exploded during this period in a frenzy of sociability as the ecclesiastical culture sought to accommodate increasing numbers of grand tourists and foreign dignitaries into a hierarchically structured system of conversazioni, where Azara was well placed. Azara fully embraced the role of the foreign dignitary who prided himself on his erudition and ability to mobilize cultural capital that would shed a positive light on Spain as the patria of such an erudite minister. Azara frequented excavations, amassing an impressive collection of antique sculpture; his 20,000-volume library reflected a preference for Greek and Roman classics, as did his sponsorship of editions of Horace, Virgil. During his Roman tour, he became a purveyor of the arts and culture, publishing an edition of Garcilaso de la Vega, as well as the writings of his friend, the painter Anton Ralph Mengs (1728-1779), who immortalized Azara in a memorable portrait of his friend in informal dress and pose. The friendship linking the two, palpable in the painting, is mirrored in the tender memories of Mengs’ artistic genius and free-wheeling nature recorded in the letters. These cosmopolitan friendships, such as the one linking Mengs, Winkelmann and the Court of Madrid, flourished in Rome, which had become a hub where culture was negotiated by Azara who succeeded in pulling together talent for the glory of Spain, such as the commission Mengs received from Carlos III. Once promoted to Ambassador, 1796-1798, Azara would occupy the Spanish Palace in Rome. During this period he assumed a heroic role in the eyes of the Romans, negotiating in Bologna with the French who had invaded Italy and had their sights set on Rome. Through concessions, Rome avoided invasion, but not the sacking of its artwork and riches, carried away by the cartfuls. In 1798, Azara left his beloved Rome for a post in Paris under the Diretory. His ambivalence over entering the ensuing post-Revolutionary chaos is echoed in the correspondence in which Paris is often referred to as “Babilonia”: “preveo que me apareceré en aquella Babilonia como un aventurero.” Though Azara’s role in brokering and maintaining peaceful relations among different regional and national constituencies remained unchanged, the conditions under which he carried out his duties had shifted dramatically. No longer an insider in the closed world of personal favors and exchanges that was Rome, in Paris Azara must conform to the new rules of engagement with power now distributed among the five proponents of the Directory. His success in adapting to this new political paradigm on the international stage is best exemplified by the solemn funeral offered by Napoleon Bonapart to honor the Azara’s passing in 1804. As the study of epistolary networks moves eighteenth-century studies into a new era of understanding about how knowledge moved, this volume of correspondences is a prime example of what Charles Withers in Placing the Enlightenment refers to as those epistolary practices that “reveal the DIECIOCHO 34.2 (Fall 2011) 403 Enlightenment’s constitutive geographies by highlighting the where and the who as well as the how and the why sustaining the cosmopolitanism of the [Enlightenment] communities.” Spain is prominently featured on this map through the correspondences of José Nicolás de Azara. ∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂ Eterio Pajares Infante. La traducción de la novela inglesa del siglo XV III. Vitoria: Portal Editions, 2010. Francisco Lafarga Universitat de Barcelona De un tiempo a esta parte se han prodigado las recopilaciones de estudios anteriores breves de un mismo autor (artículos de revista o capítulos de obras colectivas), ya sea preparadas por el propio autor, ya dispuestas -a modo de homenaje- por algún amigo o colaborador. Por lo general, se trata de simple acumulación de materiales, dispuestos en torno a ejes temáticos que, de alguna manera, vertebran el volumen. En el caso que nos ocupa, y aunque aparece la figura de un “editor” (Fernando Galván), quien ha organizado el volumen es el propio autor, quien ha hecho mucho más que armar un libro con piezas sueltas. En efecto, a partir de diecinueve trabajos (uno de ellos todavía inédito) E. Pajares ha construido un libro coherente, en un itinerario que va de la teoría a la práctica; sin agotar el tema, presenta un amplio panorama de la recepción de la novela inglesa en la España del siglo XVIII. Porque, de hecho, esa “traducción de la novela inglesa del siglo XVIII” a la que alude el título es una traducción de la novela inglesa “en” el siglo XVIII, y -aunque no se indique- sólo en España. Los trabajos de E. Pajares (iniciados hace más de veinticinco años) se inscriben en una línea que está dando numerosos frutos en los últimos tiempos, en el intento de “rescatar” o recomponer la presencia de la cultura inglesa en la España dieciochesca, para, de este modo, matizar la imagen de una España únicamente vinculada a la cultura francesa, con lo cual -qué duda cabe- se enriquece el conocimiento que podemos tener de la situación en aquel periodo. Los materiales se han dispuesto en torno a dos grandes capítulos: el denominado “Planteamiento teórico” y el que lleva por título “De la teoría a la práctica”. Van precedidos de una introducción y seguidos de una conclusión, así como de una bibliografía. La introducción, en sus dieciséis páginas, no puede abarcar, como anuncia, “La novela inglesa desde sus orígenes hasta 1800 y sus traducciones al español”, aunque ofrece un panorama que permite situarse al lector poco familiarizado con la 404 Reseñas trayectoria de la narrativa inglesa de la época; para su composición el autor ha utilizado parte de la introducción a su repertorio de traducciones de novelas inglesas (La novela inglesa en traducción al español durante los siglos XVIII y XIX: aproximación bibliográfica, Barcelona, PPU, 2006), aunque no lo menciona, ni siquiera en la bibliografía. El capítulo dedicado a los planteamientos teóricos incluye varios apartados, procedentes de otros tantos acercamientos del autor a la cuestión. La mayoría se refieren, como es natural, al siglo XVIII (sobre la teoría de la traducción, la manipulación, el problema de la identidad nacional, la cuestión de la censura); con todo, el primero y el último son atemporales, y tratan, respectivamente, de la relación entre el proceso lector y la traducción, y de la metodología de análisis de la traducción literaria. En particular el segundo, en el que lleva a cabo una revisión de los métodos que le parecen más productivos, justifica los análisis que, en el siguiente capítulo de la obra, aplica a la mayor parte de los traducciones que forman su corpus. La segunda parte -la más extensa del libro- se ocupa, como he señalado, de la descripción y análisis de las traducciones dieciochescas de narrativa inglesa. Se articula en torno a seis autores: Samuel Richardson, Henry Fielding, Jonathan Swift, John Arbuthnot, Samuel Johnson y Daniel Defoe, con tratamiento desigual. La parte del león (casi 200 páginas) se la lleva Richardson, lo cual no resulta sorprendente si tenemos en cuenta que es el más representado en cuanto al número de obras (Pamela, Clarissa y Sir Charles Grandison) y que ha sido el más estudiado por el propio Pajares, a partir de su tesis doctoral. De Fielding se toman en consideración las traducciones de dos obra solamente, Tom Jones y Amelia: esta la única que el autor no ha estudiado directamente; indica que se ha basado en el trabajo de Philip Deacon “La historia de la traducción española de Amelia de H. Fielding” (en F. Lafarga, La traducción en España (1750-1830): lengua, literatura, cultura, Lleida, Universitat de Lleida, 1999, 335-344). Y con una obra aparecen a continuación Swift (Los viajes de Gulliver), Arbuthnot (El pleito sin fin o Historia de Juan Bull), Johnson (El príncipe de Abisinia, o sea, Rasselas) y Defoe (Robinsón Crusoe). Para cada traducción (salvo para la de Amelia, por la razón indicada) sigue el autor parecido esquema: descripción de la obra original, situación histórica y descripción de la traducción, perfil del traductor y análisis de los procedimientos de traducción. Este último aspecto está desarrollado ampliamente, y es lícito que así sea según los planteamientos del autor. Con todo, la recapitulación del mismo al final de cada análisis, retomando prácticamente los mismos ejemplos aducidos en el texto, aunque en esta ocasión en forma de tablas (que en algunos casos superan las veinte páginas) resulta a mi entender farragosa e interrumpe la lectura continuada de la obra. Sin contar con que la comparación entre el original inglés y la versión española resulta desvirtuada por la existencia (en la mayoría de los DIECIOCHO 34.2 (Fall 2011) 405 casos) de traducciones francesas intermedias. Tal vez hubiese sido preferible relegar todos esos ejemplos a un apéndice, incluso con un cuerpo menor. El trabajo de revisión que, innegablemente, ha realizado E. Pajares presenta ciertas lagunas que hubiesen podido salvarse mediante un más cuidadoso proceso de corrección, tanto por parte del autor como de la editorial. No son inusuales los errores en la transcripción de nombres propios o palabras extranjeras: belles infidéles (11), Berguinzas (por Berguizas: 38, 40), Dúchesne (48), Jean Françoise Prévost (49), Jean Piérre (49), condesa de Génlis (170), Le Torneur y Le Tourner (por Le Tourneur: ambas en 250), etc. Hay, asimismo, vacilaciones en la grafía de algunos apellidos (La Place - Laplace), y convendría revisar las citas en francés, que presentan alguna errata, no necesariamente imputable a la grafía de la época. El respeto a dicha grafía, procedimiento bastante inusual entre los dieciochistas, salvo para textos que tengan un valor filológico, le lleva al autor a conservar formas trasnochadas hasta en los nombres propios (Joseph, Josef). Se aprecian, también, errores de transcripción en nombres propios y títulos en la bibliografía, desajustes entre las menciones bibliográficas en el cuerpo de la obra y la lista final, o referencias incompletas, incluso en las propias obras del autor. Se trata, obviamente, de defectos que pueden enmendarse con facilidad. Y, dejando a un lado estos detalles, nos queda un gran estudio de conjunto, aunque no cubra la totalidad de la cuestión, pues se sostiene en algunos nombres y títulos de la narrativa inglesa dieciochesca, De hecho, el autor proporciona en apéndice la lista de obras de ficción inglesas traducidas a lo largo del siglo y de las que queda constancia textual: son veintiocho, y entre ellas se hallan -además- la Nueva Ciropedia de Andrew M. Ramsey, El viajador sensible (o sea, A Sentimental Journey) de L. Sterne, las Memorias para la historia de la virtud (Memoirs of Miss Sidney Bidulph) de Frances Sheridan, El subterráneo (The Recess or a Tale of Other Times) de Sophia Lee o David Simple de Sarah Fielding. No obstante, el corpus establecido, por su variedad y la relevancia de las obras que lo componen, es más que suficiente para proporcionar al lector interesado una visión general de la circulación y recepción de los textos y de la problemática de su traducción, al tiempo que constituye una notable contribución al mejor conocimiento del interés por Inglaterra y su cultura en la España del siglo XVIII. 406 Reseñas ∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂ Ivonne Del Valle. Escribiendo desde los márgenes. Colonialismo y jesuitas en el siglo XV III. México: Siglo Veintiuno, 2009. Karen Stolley Emory University Ivonne del Valle's Escribiendo desde los márgenes. Colonialismo y jesuitas en el siglo XVIII focuses on the frontier regions of New Spain -- El Nayar, Sonora, and Baja California -- that, except for a highly vulnerable chain of forts and missions, remained largely outside of Spanish control in the eighteenth century. Del Valle views Jesuit missionaries sent to these farflung regions as the vanguard of the Spanish imperial project. Through a close reading of the public and private documents they produced -- texts marked by the contradictions between their exemplary intent and the representation of hardship and martyrdom – del Valle maps Jesuit writing as an indeterminate space between the lettered city and the frontier. She shows how the daily activities that provided the missions’ economic and material foundation – livestock herding, farming, participation in local indigenous communities -- eventually came to supplant the evangelization process they were meant to support. Thus, del Valle concludes, indigenous practices ultimately imposed significant limits on Jesuit colonialism, leading not only to a failure of the evangelical project but to an interruption in Bourbon Spain’s imperial project itself. Del Valle emphasizes that her account of the Jesuits in New Spain is not an apology for evangelical conquest. She uses José Rabassa's Writing Violence on the Northern Frontier as a theoretical model to read the violence implicit in the missionary endeavor and the ways in which missionaries took pains to differentiate themselves from that violence. She examines how the missionary body mediates cultural contact, becoming the site of an inevitable transculturation perhaps most strikingly represented by a portrait of a Jesuit missionary in which the physical deterioration of his formerly virile body makes explicit the consequences of Jesuit adaptability to life on the frontier. Chapter 2, "El Nayar. Vida más allá del Requerimiento,” takes as its point of departure José Ortega’s Maravillosa reducción… (1754), in which the author describes two separate occasions when Nayar delegations travelled to Mexico City. Del Valle views these entradas as examples of Taussig’s mimetic decolonizing exercise. The first occurs in 1721, when a tonati (or chief) presents a petition regarding Nayar engagement in commercial activity. The second example is a 1723 auto da fe in which the corpse of a long-dead Nayar king is used to stage the triumphs of the conquest. In both cases, del Valle argues, the Nayar saw themselves not as submitting to Spanish authority but rather as proposing alternative forms of participation DIECIOCHO 34.2 (Fall 2011) 407 in colonial structures. But she also cautions that in Jesuit accounts of the Nayar, the mountainous region exists only through these sporadic and spectacular incursions into the colonial world. Del Valle turns in Chapter 3 to a discussion of "Haciendas y hechiceros" in three ethno-historical works written by Jesuits working in Sonora: Juan Nentuig's Descripción geográfica, natural, y curiosa de la Provincia de Sonora (1764); Joseph Och's Travel Reports (1754-1768); and Ignaz Pfefferkorn's Sonora, A Description of the Province (1794-95). Because of its mining industry, Sonora attracted a heterogeneous settler population that integrated itself with a diverse local indigenous population. In this context Jesuit missions gradually became spaces for the development of commercial activities rather than sites for evangelization. Del Valle includes a detailed description of the mission-hacienda -- a closed economy entirely controlled by the Jesuits. But although the Jesuits controlled resources, they could not control the surrounding cultural disorder, as reflected in chaotic Jesuit account books and in the proliferation of ordinances that sought unsuccessfully to govern Jesuit behavior. Increasingly, missionary energies become diverted and, finally, subverted. Del Valle uses Mario Cesareo's notion of martyrdom as both spectacle and vocation to show how in Jesuit accounts institutionalized martyrdom is redefined as a rhetorical operation intended to convert the historical violence generated by European mercantilism into a sublime spectacle. Jesuit documents also reflect increasing concern about hechiceros who encouraged open rebellion and covert acts of idolatry by the Sonorans. Missionaries attempted to subvert the hechiceros’ authority by domesticating and writing about local medicinal plants. Del Valle proposes that the furor over the hechiceros gave witness to a failed enterprise, exemplified by the 1751 Pima revolt which resulted in widespread destruction and led to a power struggle among military, civil and Jesuit authorities in Sonora. In the fourth chapter, "Baja California o el fin de Occidente," del Valle examines three Jesuit accounts of California: Venegas-Burriel's Noticia de la California y de su conquista temporal y espiritual... (1757); Miguel del Barco's Historia natural y crónica de la Antigua California (1773-1780); and Jacobo Baegert's Noticias de la península americana de California (Alemania, 1772). California ‘s hostile environment, impoverished indigenous settlements, and strategic (albeit remote) location presented both opportunities and risks for colonial expansion. The failure of the evangelizing project in California drove missionaries to concentrate their efforts on ethnography and scientific writing for export to the metropolis. Baegert offers a particularly pessimistic rendering of the gap between the myth of California and its reality, chronicling the inverse process of apprenticeship he and his companions must undergo as they abandon all they had learned prior to their arrival in California. He laments that as he is learning the Guaycura language, he is losing his native tongue: "para poder expresarse en lengua 408 Reseñas tan salvaje y tan pobre, tan inhumana y torpe, el europeo tiene casi que fundirse de nuevo y hacerse medio californio" (266). The concern with language acquisition as a key element in the colonial agenda is a thread the reader can follow throughout del Valle's argument. Escribiendo desde los márgenes contains a wealth of information about Jesuits in eighteenth-century New Spain. It will be of interest to historians, anthropologists, and literary scholars working on colonial Mexico and the borderlands, and on eighteenth-century Spanish America more generally. Del Valle's larger arguments about the failure of the Jesuit project are grounded in finely honed and persuasive close readings of a fascinating range of Jesuit documents. Moreover, the inclusion of institutional historical accounts as well as private correspondence opens up new possibilities for considering the ways in which public and private epistolary narrative can be read alongside and against each other. ∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂ Josep Maria Sala Valldaura. Caminos del teatro breve del siglo XV III. Lleida: Pagès Editors, 2010. María Jesús García Garrosa Universidad de Valladolid Al redactar en 1992 la “Nota Preliminar” al libro que vería la luz dos años después, El sainete en la segunda mitad del siglo XVIII. La mueca de Talía (Lleida, 1994), Josep Maria Sala-Valldaura señalaba: “No hay punto final para estas páginas, […] porque se trata no tanto de un silencio final como de unos puntos suspensivos para todo aquel que desee verificar lo expuesto, proseguir en lo apuntado o sacar, por fin, con la ayuda de otras tentativas similares, unas fundamentadas conclusiones sobre el teatro sainetesco de la segunda mitad del XVIII” (6). Por suerte, no han sido pocos los que desde entonces han continuado estudiando las manifestaciones del teatro breve dieciochesco, desde Mireille Coulon (Le sainete à Madrid à l’époque de Don Ramón de la Cruz, 1993) a Jerónimo Herrera (Petimetres y majos. Saineteros madrileños del siglo XVIII, 2009), por sólo citar dos trabajos que enmarcan estas casi dos décadas de investigaciones. Y parece lógico que quien así dejaba abierto un camino de investigaciones fuera el primero en seguir discurriendo por él. A la monografía de Sala-Valldaura sobre Los sainetes de González del Castillo en el Cádiz de finales del siglo XVIII (1996), debemos DIECIOCHO 34.2 (Fall 2011) 409 añadir sendas ediciones de textos de Ramón de la Cruz (1996, con la colaboración de Nathalie Bittoun-Debruyne) y Juan Ignacio González del Castillo (2008, junto a Alberto Romero), y numerosas publicaciones que desembocan ahora en estos Caminos del teatro breve del siglo XVIII. La presente monografía recoge y actualiza doce trabajos publicados entre 1994 y 2009, a los que se ha añadido uno inédito (“El Entremés de Trullo”), una breve introducción y unas páginas de conclusiones. Pero este libro es más que la suma de sus partes. Y no sólo porque el autor, al reeditar los textos, haya logrado un permanente diálogo entre esas unidades antes autónomas. El mayor factor de cohesión es una cuidada ordenación de los trabajos, que, renunciando a la presentación cronológica, busca dotar al conjunto de una estructura que combine la propia historia del género con el estudio de los aspectos teatrales que han determinado su evolución. Se extiende así este trabajo en un arco que va de la risa carnavalesca de Torres Villarroel a la crítica social y moral de Ramón de la Cruz y González del Castillo, de la Talía juguetona del salmantino a la mueca de Talía que se percibe en la segunda mitad del XVIII. En ese paso del “reírse de” al “reírse con” estaría resumida la evolución de la comicidad del teatro breve que nos presenta Sala-Valldaura. Lo que busca el autor con esta visión abarcadora del género es mostrar la deuda de la producción dieciochesca con la tradición entremesil y el punto de inflexión en el que los estereotipos y recursos dramáticos de una comicidad festiva sin más objeto que la risa dejan paso a una comicidad crítica, determinada por los cambios sociales y unas pautas político-morales que afectaron a todo el teatro de la segunda mitad del siglo XVIII y que también se dejaron notar en el teatro breve. La diversidad de enfoques y aproximaciones metodológicas, lógica en trabajos autónomos, sirve perfectamente a estos objetivos. Así, si los tres primeros capítulos analizan preferentemente los rasgos cómicos de la obra de Torres y Agramont y Toledo, y el Entremés de Trullo, ligados a una tradición literaria “con muchos años de risa a sus espaldas” (16), a partir del capítulo IV, los trabajos tenderán a subrayar cómo el sainete se constituye en una fórmula cada vez más deseosa de reflejar la realidad, que toma sus objetos de burla de esa misma realidad y cuya comicidad establece nuevas complicidades con el público. Los capítulos IV a VI están dedicados a Ramón de la Cruz. El estudio de las innovaciones en sus estructuras dramáticas y en sus tipos permite a la siempre ponderada mirada crítica de Sala-Valldaura una valoración de la obra del sainetero madrileño que no quiere exagerar ni su casticismo ni sus rasgos ilustrados. En la misma línea de lectura propia frente a quienes han privilegiado la visión de Cruz como iniciador del costumbrismo madrileñista, Sala-Valldaura defiende en el capítulo V la sinceridad de su acercamiento teórico a los principios del neoclasicismo en los últimos años de su vida, algo que refleja no sólo el prólogo a la edición de sus obras en 410 Reseñas 1786, sino la “Advertencia” al Manolo en 1784. Y el fino análisis de SalaValldaura lo confirma en el capítulo VI. Los apuntes de 1769 que ha revisado apoyan su interpretación de que el objeto de la parodia del conocido sainete no eran “las buenas tragedias”, sino la moda de la declamación a la francesa, extendida sobre todo en los melodramas italianos. El capítulo VII atiende a las relaciones entre tonadilla y sainete a través del ejemplo de Pablo Esteve, un músico que, como otros, fue ocasionalmente autor de las letras de sus tonadillas. El rigor de su análisis de El calderero y la vecindad y su cotejo con Despedido quien despide, inclinan a SalaValldaura a la atribución de este sainete, que otros adjudican a Cruz, al músico catalán. El capítulo VIII es, a mi juicio, el eje de este libro, porque a partir de los espacios de la ficción y su teatralización en la obra de González del Castillo se explica el cambio que se opera en el género en el último tercio del XVIII y que Sala-Valldaura atribuye en buena medida a las reformas escenográficas patrocinadas por Aranda y a la actualización de figuras y caracteres que la nueva escenografía hizo posible. Sala-Valldaura muestra cómo la ruptura con los espacios de la ficción tradicionales contribuye a marcar para el espectador la diferencia con los antecesores en el entremés barroco, a la vez que constata la aspiración del teatro breve a plasmar la realidad, a hacer la pintura de la vida civil. De ahí el acierto de relacionar el interés creciente del sainetero gaditano por los conflictos y los espacios domésticos con el dominio cada vez más generalizado del “realismo burgués” en el teatro de finales del XVIII, y la idea –que los capítulos siguientes irán desarrollando- de que el sainete comparte algo más que cartelera con la comedia de caracteres o el drama sentimental. Pero como la práctica teatral es más compleja, los capítulos siguientes han de explicar por qué “la mueca de Talía afea la realidad” (190), esto es, cuáles son los objetos de la burla, y los métodos por los que los saineteros distorsionan la realidad para mover a risa. El enfoque sociológico se impone en la última parte del libro, para mostrar que son la propia dinámica social y las preocupaciones gubernamentales en lo relativo al matrimonio y al orden de las familias las que determinan el cambio en los objetos de la burla. Los cinco últimos capítulos repasan la evolución de la tipología de las figuras del sainete (del sacristán al abate, del gurrumino al petimetre, etc.), se ocupan de los majos, los payos, se abren, en definitiva, a toda esa galería de personajes que reflejan los nuevos usos sociales de la España finisecular: los que representan “la transgresión de la normalidad sociomoral” (229) al tiempo que materializan los signos socioeconómicos del espíritu burgués: “el consumo de modas, la cultura del ocio, los nuevos espacios públicos de la mujer” (230), y los que encarnan un casticismo que reacciona contra los usos y modas extranjerizantes y que critican las nuevas costumbres urbanas. Nuevos personajes, nuevas formas de relación entre los distintos grupos DIECIOCHO 34.2 (Fall 2011) 411 sociales, nuevos ambientes y escenarios, que permiten a su vez mostrar la paulatina aproximación del género breve al ya cercano costumbrismo decimonónico. Con la sonrisa tomando el lugar de la risa, el género breve de Cruz y Castillo, a través de los nuevos valores sociales que sube a la escena, no sólo está renovando la tradición entremesil, sino que “refuerza la cohesión del pueblo llano de la ciudad a la par que la comedia de caracteres empieza a hacer lo propio con la clase media” (336). Escribe Sala-Valldaura en la “Introducción” a Caminos del teatro breve del siglo XVIII, que “El presente libro prueba una vez más las deudas intertextuales que el teatro contrae siempre con su tradición y, asimismo, su estrecha relación con los gustos, preocupaciones, ideas y creencias de la sociedad que lo aplaude” (9). Por ello, decir que este conjunto de estudios muestra la evolución que experimenta el teatro breve en el siglo XVIII, desde la tradición entremesil hasta el sainete, es hacerle poca justicia a la riqueza de este libro. Su gran aportación es, a mi juicio, mostrar que el camino que recorrió el teatro breve en el siglo XVIII discurre en paralelo al que siguieron otros géneros, la comedia, el drama, la novela, todos ellos afectados por una tendencia al realismo que el nuevo concepto de imitación había ido imponiendo en la creación literaria y que había de concretarse en obras destinadas a reflejar la vida civil. Por eso, uno de los hilos conductores de este conjunto de estudios es mostrar cómo a medida que el sainete se aleja del entremés y de su comicidad farsesca se produce su acercamiento paulatino a la comedia de costumbres. Sala-Valldaura nos dice que los signos de la modernidad del sainete a finales del siglo estarán no sólo en su realismo formal sino en el recurso a unos temas y unos personajes que generan conflictos dramáticos similares a los de la comedia de caracteres neoclásica o el drama sentimental, géneros con los que acabará compartiendo el fin crítico y un sentido moral que busca la reforma de las costumbres sociales. Con una extraordinaria riqueza bibliográfica actualizada en los lugares pertinentes, con la variedad de enfoques ya señalada, y con un análisis riguroso siempre atento a la contextualización literaria y sociológica, SalaValldaura muestra que la esencia del género breve está en su capacidad para evolucionar, en cambiar con la sociedad y con su forma de reír en el teatro. Quien quiera recorrer los caminos del teatro breve español del siglo XVIII no puede tener mejor guía que este libro. 412 Reseñas ∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂ Mónica Bolufer Peruga. La vida y la escritura en el siglo XV III. Inés Joyes: Apología de las mujeres. Valencia: Universitat de València, 2008. David T. Gies University of Virginia Con su acostumbrada elegancia, perspicacia y profundidad, Mónica Bolufer ha dedicado tiempo y espacio a la recuperación de una voz importante pero, por lo general, olvidada del siglo XVIII español. A partir del análisis de documentos y de la Apología de las mujeres, publicada por Inés Joyes en Madrid en 1798, Bolufer reconstruye toda una época. Pero Joyes no se revela fácilmente. Misteriosa, esquiva y oscura, la autora dieciochesca (autora también de una traducción de la novela inglesa Rasselas. El Príncipe de Abisinia, de Samuel Johnson) se esconde detrás de un biombo de semirevelaciones, anonimia y confusión. Bolufer plantea preguntas fundamentales y nada fáciles de contestar: "¿Quién era Inés Joyes? ¿Cuál fue su vida, y en qué medida ésta nos permite comprender mejor su texto? ¿Cuál era su posición con respecto a los valores morales e intelectuales de su época?", etc. (14). Como ha indicado ya en otros estudios (especialmente en el magistral Mujeres e Ilustración. La construcción de la feminidad en la España del siglo XVIII [1998]), la investigadora subraya el íntimo vínculo que existe entre política y género en el siglo ilustrado, entre sociedad y naturaleza (masculina o femenina). Si ahora comprendemos mucho mejor que hace décadas los detalles de la transformación social que tuvo lugar en el siglo XVIII, también comprendemos mejor el papel que tuvo la mujer en esa transformación: "hoy sabemos mucho más acerca de los modelos culturales de feminidad y las vidas de las mujeres de esa época" (18). Si antes se vio a la mujer dieciochesca como víctima de una opresión patriarcal, como silenciada, como ciudadana de segunda clase, hoy en día tenemos una idea mucho más matizada y rica de su participación en el diálogo ilustrado. La información que aporta Bolufer sobre la vida de Inés Joyes, sacada de fuentes primarias, indica que nació en Madrid en 1731, hija de una familia de inmigrados irlandeses (de las muchas familias —Wall, Hickey, O'Neill— que salieron de la Isla Esmeralda después del fracaso de la revolución jacobina en 1715). Su padre, Patricio Joyes, que se dedicó al mundo bancario y del comercio internacional, murió en 1745, dejando a la madre (también llamada Inés) con la responsibilidad de cuidar de la familia y los negocios. "Todo ello hace suponer que, aunque, en tanto que mujer, no figurase oficialmente más que de forma transitoria como miembro de la compañía, Inés Joyes madre sintió siempre el negocio familiar como algo propio, que implicaba, también para ella, ciertos derechos y obligaciones, y DIECIOCHO 34.2 (Fall 2011) 413 actuó en consecuencia" (46). De tal palo, tal astilla. La familia se queda en Madrid hasta 1752, cuando se traslada a Málaga, donde Inés hija contrae matrimonio con un pariente, Agustín Blake, doce años mayor que ella. De esta relación que, según la suposición de Bolufer, no fue del todo armónica (78), nacen 9 hijos. Al morir el marido en 1782, después de 30 años de casados, su viuda se encarga de las casas que tenían en Málaga y VélezMálaga, entregada al cuidado de los hijos y a la sociabilidad normal de una señora de su edad (tiene 51 años) y situación económica. Bolufer extrae una información interesante y valiosa de los (pocos) documetos que existen, y a partir de ellos construye una amplia discusión de los hábitos culturales de la época (lo que puede declarar e inferir de la lectura de su testamento, por ejemplo, es fascinante). ¿Qué sabemos de la educación o de las lecturas de nuestra autora? A decir verdad, poco, pero su Apología nos ofrece pistas que Bolufer sigue metódicamente. "La Apología revela también que su autora fue una lectora asidua y bien informada de las novedades de su tiempo" (108). Aunque no hay pruebas de que Joyes leyera el Semanario erudito y curioso de Málaga, es probable, y sus páginas "constituyen un buen indicador de los temas que los periodistas consideraban de interés para su público" (111). Su traducción de la novela de Johnson revela asimismo coincidencias temáticas con lo que elabora en su "vehemente" Apología (215). Aunque las dos obras son diferentes en estilo y tono, Joyes las publica en el mismo volumen y Bolufer confirma que ambas dialogan con los grandes temas y valores de esa época ilustrada: "la búsqueda de la felicidad, la defensa del saber útil y práctico frente al meramente especulativo, el gobierno de un príncipe sabio y filántropo, que tiene como objetivo principal el bienestar de sus súbditos, la insistencia en el mérito individual frente al nacimiento y el linaje, la importancia acordada a la educación como formación en valores y una idea de la virtud identificada con el ejercicio de la razón para discernir lo moralmente correcto" (179). Son temas compartidos por otras mujeres de la época como Margarita Hickey, María Gertrudis Hore, María Rosa Gálvez, Josefa Amar o Mary Wollstoncraft, cuya obra (e incluso a veces persona) conoce Joyes. Inés Joyes muere en 1808 a los 77 años de edad. Mónica Bolufer escribe que Inés Joyes madre "emerge discretamente de las sombras" (51), y así la hija también, ahora recuperada del "silencio" (252) por la cuidadosa y generosa atención que le otorga la investigadora valenciana. Este libro contiene una edición anotada de la Apología más dos documentos (una carta y el testamento). 414 Reseñas